Josefa Fernández Rial, vecina de la parroquia zasense de Fornelos, vive un particular calvario desde el pasado mes de noviembre. Entonces sufría por primera vez el ataque de un lobo que le mataba una oveja de dos años. A partir de entonces, los lances se han repetido. Pero lo que más preocupa a Josefa es que algún día el cánido pueda atacar a su hija de cuatro años. Para evitarlo ha pedido una batida de los cánidos. De momento, ha cursado la solicitud en el Concello, que la tramitará a Medio Ambiente.
Josefa Fernández comenta que ha tenido cuatro encuentros con el lobo desde noviembre. En ellos, el animal mató tres ovejas de su propiedad. En el último, la semana pasada, esta soneirana se encontró con el cánido cuando estaba cuidando su rebaño: «Collín unha horquilla fun de frente contra él berrando. Quedouseme mirando e botei a correr, e así asustouse e foise», relata.
Para Josefa, el mal tiempo de este otoño e invierno ha sido un aliado. Ahora, con la llegada de la primavera, su preocupación va en aumento. «Teño unha nena de catro anos. Se co bo tempo está fora xogando terei medo de que poda ser atacada», explica Josefa. La madre recuerda que el pasado febrero, cuando el lobo mató una oveja, la niña estaba presente.
Josefa ha mandado un escrito al delegado de Medio Ambiente en A Coruña explicando su situación. Al no responderle, ha optado por pedir la batida.
El próximo curso escolar, en las aulas del colegio Labarta Pose de Baio faltarán tres inquilinas. Son Marisa Roel, que se jubila tras 41 años de servicio; Gumersinda Gómez, que se va a A Coruña tras pasar 18 años en Baio, y Marga González, en una situación parecida: 14 años en el centro y, ahora, nueva etapa en Arteixo. Las tres recibirán mañana un homenaje de despedida en Casa Cruz de Baio. Compañeros, amigos , exalumnos, todos los que quieran pueden sumarse.
La iniciativa del homenaje partió de ex-alumnos y compañeros, y el APA se ha encargado de organizar la comida y coordinar el acto.
La despedida, despedida será la de Marisa Roel. Empezó muy joven a impartir clases en Fornelos-Baio, después estuvo en el Labarta Pose, se fue a otros centros y regresó. Ahora ya no volverá, que 41 años con los niños ya son muchos años.
Son legión los alumnos que recuerdan a Doña Marisa, como era conocida, testigo de una época en la que el Labarta Pose estaba tan sobrado de ilusiones como necesitado de medios, pues, por no haber, no había ni pista asfaltada para jugar.
Gumersinda Gómez llegó en una época de transición, cuando todo comenzaba a mejorar. Dice que no le hace falta ningún homenaje porque «o mellor xa mo dan os meus ex-alumnos, cando me saúdan», aunque reconoce que echará mucho de menos la vida y el trabajo en Baio. «Os alumnos de aquí son os mellores», apostilla.
Para recordar los viejos tiempos y hablar de los que vendrán habrá que asistir a la cena que se celebrará mañana en el restaurante Casa Cruz de Baio.